Mirar a través de una ventana. Este gesto sencillo se convierte aquí en un ejercicio de percepción, en una invitación a descubrir lo que se abre más allá del marco, pero también lo que se refleja en él.
Las obras no representan vistas reconocibles, sino fragmentos de luz, destellos de color, transparencias y superposiciones. La ventana no es sólo un límite físico, es también un umbral simbólico: una frontera entre el adentro y el afuera, entre lo íntimo y lo exterior, entre lo visible y lo imaginado.